lunes, 23 de enero de 2012

Siendo la estrella

Miré a mi alrededor, Santiago era el más despierto de todos, acostumbrado a empezar la jornada pronto y dormir cuando el dios Im·mo lo hacía para dejar paso a su esposa El·la, aquellos momentos entre la madrugada y la mañana eran habituales para su día a día.

Existía la creencia entre los astrono-teólogos, de hecho sigue existiendo, que en un principio el dios Im·mo tenía dos esposas que giraban con él en el firmamento, así de día el dios podía hacer su eterno trabajo y de noche se turnaba para yacer con una de sus esposas mientra la otras salía a controlar las mareas y sofocar su lujuria hasta la noche siguiente. Pero a El·la la envidia que había alimentado durante más que décadas acabó por consumirla, y mientras que Im·mo calentaba el mundo, ella mató a su compañera mientras descansaba de su ajetreada noche.

Im·mo se enfadó con su mujer, y durante veinticuatro días y veinticuatro noches no se vio a ninguno de los dos. La discusión fue terrible... y todavía no se han reconciliado. Cada día Im·mo se esconde por el norte y la que es todavía su esposa sale por el este, nunca se han vuelto a dirigir la palabra.

También se dice que en los días que empieza la primavera, cuando la necesidad no podía ser ignorada, Im·mo empieza a acercarse a la superficie del mundo para ver a más de cerca a las mujeres de las diferentes especies con intención de... bueno, supongo que somos humanos, omnipotentes o no.

3 comentarios:

  1. Pequeño apunte mitológico, demasiado pequeño... ¬¬

    ResponderEliminar
  2. Que bonita forma de describir, el día y la noche. Te comentado que soy fan de tus relatos XD

    ResponderEliminar
  3. Jajaja, si, es un poco corto, hoy no había tiempo para más.

    ResponderEliminar