jueves, 29 de diciembre de 2011

El amigo invisible

Ayer (bueno, técnicamente creo que ha sido hoy), he recibido el regalo que más ilusión me ha hecho en estas fechas. Gracias a Marc Reynes ¡Seguid su blog "Sin post no hay dibujo"!

(habéis visto, cada vez tengo escusas mejores para no publicar...)

jueves, 22 de diciembre de 2011

Vestimentas

La noche entraba por la ventana de la modesta taberna, la tenue luz de la luna iluminaba los muebles de la habitación y revoloteaba soñolienta por el suelo. En la mesilla del hospedado ardía una vela que ya había menguado bastante, los escasos rayos se reflejaban sobre una pequeña superficie metálica que la falta de cera estaba permitiendo ver. Tras unos fragmentos de la noche, el pequeño objeto se dejó ver con más claridad, era una esfera, que al consumirse la vela salía a la luz y ahora se encontraba en precario equi... TONG, la pequeña pelota metálica cayó sobre el plato del mismo material.

Las sábanas se agitaron y una mano destapó el cuerpo que cubrían. La figura bostezo y se estiró, era evidente que había dormido poco, pero un sentimiento de “haycosasquehacer” lo impulsaba aquella noche. Puso los pies desnudos en el suelo, meditó unos instantes y finalmente se levantó. Se lavó la cara con un cubo de agua que el posadero había tenido la amabilidad de rellenar, no tanto por higiene si no para acabar de despertarse, y se dirigió hacía uno de los baúles que reposaban en el suelo de la habitación. Lo abrió y rebuscó en él, acabó sacando una túnica verde con decoración de bordados amarillos, muy recargada. Miró la pieza de ropa e izo una mueca, no era lo que buscaba, pero era lo mejor que tenía. Se la pasó por la cabeza, con cuidado, pese a la apariencia las costuras de la túnica de eran bien delicadas y sorteó el armario para acercarse al espejo que estaba colgado cerca de la ventana.

De una gran bolsa sacó un frasco y con una brocha se untó la cara con la sabia que contenía el frasco, luego cogió unos pedazos de papiro y se los puso por la cara, sobretodo en las mejillas y se volvió a untar sabia. Con los dedos estrujó el papiro, simulando arrugas al rededor de las ojos y la boca y se aplicó unos polvos colorantes por toda la cara, luego se enganchó una barba decolorada por todo el mentón y para finalizar ajustó una peluca muy realista sobre su cabeza afeitada.

Lumen salió de su habitación.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Una inesperada resaca

Böbraen se despertó reclinado en su sillón, en un principio no sabía donde se encontraba, sólo que le dolía la cabeza ¿Se había dormido al calor del fuego?... ¡No! ¿Y su arma? ¿Dónde estaba?

-¿Ya se ha despertado?

-¡Maldito hijo de trol! ¿Qué me has hecho?

-Lo siento señor, creo que soy más tolerante al alcohol que vos -señalé las dos copas que reposaban en la mesilla.

-¿Te has atrevido a envenenarme?

-No, por favor, no, eso sería del todo inapropiado... pero es curioso cómo aceleran la fermentación en la destilería “Cabeza del alba” mediante unas hiervas... no, ya le he dicho que ha tenido un “ligero” problema de embriaguez.

-Me has quitado las arma... ¿Pero que me impide gritan a mis guardias?

-Los muertos no creo que puedan ayudar a nadie... supongo que no se puede uno fiar de la mano de obra que se contrata en una taberna... usted les ofrece dinero, yo les ofrezco más dinero para entrar y saquear su casa... pero no se preocupe, yo lo único que quiero es que me responda a una sencilla pregunta. ¿Qué es lo que quieres obtener del líder de los bandidos?

El burgués dudó ante la insistente pregunta, miró a su regazo intentando concentrarse y olvidarse de la involuntaria resaca que le amartillaba sus ideas.

-¿Y si me niego?

-Bueno -bebí un trago largo, era consciente que la expectación atormentaba a mi interlocutor- es posible que posea algún primogénito al que se le puede ahorrar un dolor necesario.

-¡No! ¡No te atreverías!

-¿Qué? ¡Por supuesto que no! Soy una persona que no se atrevería muchas cosas.

Böbraen abrió la boca con la intención de decir algo... no sabía bien el qué... ¿eso había sido sarcasmo?... maldita resaca.

-Una... una carta... un permiso de libre comercio con el reino de Frahael (Frahael era el reino colindante al nuestro, para comerciar entre reinos había que pagar unas aduanas... unas tasas para entrar material que fuera susceptible de ser intercambiado. Había reinos que hacía pagar cierta cantidad a sus vecinos, otros que, al tener una buena relación diplomática, hacían pagar menos... ya os haréis la idea). El rey se la entregó... bueno, se la iba a entregar a nuestro regente, Aleshander, pero los bandidos se le adelantaron.

-Bien, entonces eso será más fácil que traerte todos los cuerpos. De acuerdo, no quisiera gastar más de su preciado tiempo, tomaré las armas como adelanto y al traerte el permiso ya discutiremos mis honorarios -dejé la copa y me levanté.

-¿¡Qué!? Después de todo lo que has hecho... ¿Pretendes que te pague?

-¿Qué? -me di la vuelta, ya había llegando a la puerta- No entiendo a que se refiere...ni que hubiera hecho algo ilegal.

Llegué al umbral y giré al pomo, tras atravesarlo saludé a los dos guardias que estaban custodiando la puerta.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Información

Alfred hizo una leve reverencia señalando la puerta del salón con claro gesto de “no voy a ser yo quien entre a molestar a mi señor” y pasé dentro. Era una sala muy recargada, decorada con toda intención de impresionar a los invitados.

-¡Alfred! Te he dicho que no deseaba ser molestado -La voz del dueño de tan innecesario lujo surgió tras las orejeras de un sillón que apuntaba a la chimenea.

-Lamento no ser oportuno, pero dada la presteza con la que se han desarrollado los acontecimientos...

-¿¡Quién sois vos!? -Böbraen se sorprendió al no encontrar a su criado- Espera... tu estabas en el grupo que fue a dar caza a los bandidos... y eres del pueblo ¿No?

-Su poder de deducción es sublime, mi señor -sí, era sarcasmo, no soporto que me interrumpan- y vengo a aportar información sobre la empresa de mañana.

-¿Y esta información no puede esperar a mañana?

-El problema de mañana es que ya será mañana, mi señor.

Tras un breve pensamiento, el burgués dejó la copa de brandy junto a la botella y con la misma mano señaló el sillón que tenía a su derecha. Al sentarme, me ofreció una copa que acepté agradecido.

-Verá señor, no he podido evitar darme cuenta que por la manera de actuar os estaban esperando en aquella impía emboscada de la que damos gracias a los dioses no debamos lamentar su muerte.

-Sí, estaban esperando a que pasase cualquier infeliz para robarle lo que llevasen encima... que humillación.

-Lamento su pesar, tuvisteis la mala suerte de encontraros en el momento inadecuado en el lugar inapropiado.

-Si, una desafortunada coincidencia.

-Y le trataron como a cualquier infeliz.

-Sí... que humillación, como a cualquier infeliz ¡Soy la persona más rica de éste condenado lugar! Me parece un insulto para mí y para mi familia.

-Es que lo es -dejé la copa en la mesita junto a la de Böbraen para poder gesticular- la persona más rica es atacada en medio del bosque, por unos bandidos... mientras llevaba un cargamento de armas... solo con su hijo...

-¿Qué quiere decir con estas últimas palabras?

-Bueno, no me negará que de actuar así siempre, sería difícil que hubiera llegado a adquirir la fortuna que hoy en día posee.

-Fue un viaje desafortunado...

-Por supuesto ¿Cómo podía haber insinuado que vos obrarías de forma poco juiciosa de forma habitual? Disculpadme... así que algo cambió ese día ¿Es una información necesaria para la expedición de mañana?

-Señor... ¿Cómo has dicho que te llamabas?... -el comerciante cogió la copa que tenía enfrente, supongo que es muy humano taparse la boca con algo cuando se está nervioso o se inventa una mentira- Creía que ibas a importar información nueva, no que vendrías a perder mi tiempo.

-Bueno, si quiere información nueva, debo decirle que sé que quería reunirse con el lider de los asaltacaminos.

-¿Con el líder de los asaltacaminos? -casi se atraganta al preguntarlo- ¿Cómo has llegado a esa... estúpida conclusión?

-Bueno, los demás se quedaron para permitir su huida, así que estaba en el grupo que os asalto y preguntasteis por el cuando volvimos... más concretamente por su cuerpo, una petición que no consideramos literal pero que por lo visto así era su deseo.

-No me gustan las acusaciones, no me gustan las acusaciones en mi casa y no me gustan las acusaciones en mi casa a media noche.

-¿Espero a mañana para decirle que Renard, líder de los bandidos de Nâshvil posee algo que usted desea?

-Pero cómo tamaña insolencia puede...

-Entonces, tiene una marca de nacimiento, sois hermanos.

-Osáis comparar mi puro linaje con...

-Posee una hombría mucho mayor que la vuestra.

-Me he cansado de este ataque contra mi persona -el burgués desenfundó un cuchillo de entre dentro de sus pomposas ropas y me lo puso en el cuello- mi paciencia tiene un límite, mi deber cómo anfitrión acabó hace cuatro frases y tu lengua podría hacer preguntas a personas que no quiero que te respondan, así... así que prepárate para desangrarte sobre mi alfombra... la alfombra, que era de... ¿donde la compré?... ya te.. te enviaré la factura... - y cayo inconsciente sobre la sedosa tela de los mejores fabricantes de alfombra de los desiertos de Ürn.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Presentaciones

Tras el reparto, caminé por las oscuras calles de Nâshvil, la luz del sol se dejaba ver por última vez y daba paso a las lamparas, las antorchas o los ataques furtivos. Mis pasos me llevaron ante “La jarra quebrada” una apartada taberna donde uno podía beber una copa sin la presión de demasiados ojos. Me senté apartado de la barra, no era gastador asiduo del local, pero si tenía un sitio preferido. Al ver el final de mi cuarta jarra, se hcía preciso considerar que ya iba siendo suficientemente tarde y que la velada debía ser bien invertida, me levanté, pagué las jarras que había sobre la mesa y me fui.




Alfred estaba en la cocina, comiendo el canto duro de un pan mojado en vino del que se usaba para cocinar. Sí, usted no lo haría, pero Alfred estaba... conforme con la vida que llevaba, de lo único que tenía queja era de que le llamaran Alfred, no era su verdadero nombre, pero su señor le replicaba que ese era nombre de criado de confianza... excéntricos, pensaba el ayudante de cámara, pero aceptaba las condiciones, al fin y al cabo vivía en una buena casa... aunque no fuera suya.

-Toc~ toc~ toc~ -llamó la puerta con voz de persona robusta, de esas que pondrías en un umbral para persuadir a posibles ladrones o usuarios de calzado inadecuado... ¿Era la primera vez que llamaban? Alfred se preguntaba si no habría estado distraído en sus propios pensamientos, no esperaba recibir nuevas obligaciones siendo ya tan tarde.

Al salir al recibidor, los guardias que había contratado su señor lo miraron fugazmente. Custodiaban la puerta del salón, la única a parte de la pequeña puerta para el servicio que daba a la cocina, pero que estaba disimulada de la vista de los invitados por una frondosa planta. Al comprobar que permanecían pendientes de lo que ocurría, Alfred se sintió más reconfortado para abrir la puerta.

Un hombre de cabello oscuro, ojos claros y alegre sonrisa le recibió ante el umbral, el criado dio un rápido vistazo a la figura en busca de armas. Aunque la capa en el hombro le obstaculizaba su fugaz investigación, pareció contento con el resultado.

-Buenas noches -saludé- puedes decirle a tu señor que ha llegado Jester para aportar datos de la expedición de mañana.

-Mi... mi señor Böbraen no desea ser molestado esta noche.

-Una decisión del todo comprensible, yo tampoco deseo que nos interrumpan en mitad de la charla -y alargué la mano con mi sombrero de ala para que lo guardase al entrar a la casa

La mirada, la clave es aguantar la mirada.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Yo lo hubiera arreglado con un d20

Tres dados rebotaron en el suelo un par de veces antes de detenerse.

-Tres dados de seis caras, el juego es adivinar el número que sumarán sin pasarse, es decir, cada uno elegirá un número entre el tres y el dieciocho. -el sonido apagado de los dados al caer sobre la tierra se volvió a escuchar cuando separé los dedos de mi mano- Como veis no están trucados, cuando todo el mundo haya elegido un arma por orden de acierto volverá a tocarle al que más se acercase al número que saldrá en los dados, y la rueda volverá a empezar... ¿Alguna pregunta?

-Entonces... -Santiago no parecía demasiado confortado por lo que acababa de oír- si yo digo quince y sale un catorce...

-Serías el último en elegir, no obstante, si hubieras dicho catorce serías el primero en elegir, y como quedamos ocho y son doce armas a repartir, te tocaría elegir arma por segunda vez.

-Joder Santiago, deberías bajar más al pueblo, ¡Esto es a lo que jugamos cuando decidimos comprar un barril de hidromiel al tabernero y nos peleamos para ver quien empieza a servirse primero!

-¿Y de verdad no hay un método aparentemente menos aleatorio para determinar quien se lleva lamejor parte del botín? -sentía que, por alguna razón desconocida, Lumen no estaba suficientemente contento con mi planteamiento... ni con mi honestidad. La clave estaba en ese “aparentemente”.

-¡Por supuesto! Pero si mal no recuerdo, usted mismo dijo que no podíamos medir la actuación de cada uno por que eso sería decir que los que habían muerto, se lo merecían por incompetentes.

El lanzahechizos me volvió a mirar con esos ojos que me volvían loco y le respondí con una avergonzada sonrisa.

-Bien, y ahora si no hay ninguna pregunta más, por favor, id diciendo vuestros números, que recordad que son del tres al dieciocho... y no repitáis ninguno.

-Cuatro

-Catorce

-Diez

-Dieciocho

-Seis

-Ocho

-Diez

-Dieciséis -dije.

Los dados rebotaron una vez más contra la superficie del suelo, esta vez, más personas estaban pendientes del esperado resultado. Y tras los pocos tumbos empezaron a detenerse, dos de los dados ya marcaban un cinco.

-¡Ajá! -el último dado no se había terminado de detener y el dedo acusador del arcano ya me estaba apuntando- ¡Lo sabía! ¡Sucio embustero!

Todos apartaron la vista de los dados por un momento y se quedaron mirando la escena, incluso otros habitantes del pueblo que deambulaban por la zona se pararon al oír los gritos. Volvimos a mirar los dados, Lumen era el que más sorprendido estaba.

-Ca... ¿Catorce? -tartamudeó Santiago- ¡Catorce! Al final ha salido catorce

A diferencia de lo que acusaba el mago, yo no sería el primero en elegir... por si se lo está preguntando, solo por el ridículo que protagonizó, valió la pena. Bueno, por el ridiculo y por la mueca que puso al darse cuenta de que él, que había elegido dieciocho, era el penúltimo en la elección.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Ea~ ea~

Fue un mal trago comunicar a las viudas de los compañeros caídos su nueva disponibilidad. Es curioso como solemos olvidar la mortalidad de aquellos que nos rodean hasta que ocurre, y tras la noticia parezcamos sorprendidos, “¿En serio?” “¿Es eso posible?”... supongo que es parte del comportamiento de las criaturas inteligentes, al fin y al cabo, si no actuásemos así evolucionaríamos muy poco: “Investigaría como se comportan estos elementos alquímicos cuando se mezclan bajo una temperatura determinada... mas como me voy a morir, mejor bajo a la taberna a emborracharme hasta que las tripas me salgan por la boca”.

Solo los seguidores de Qó, el dios de la guerra, eran felices cuando algún familiar moría en combate... hay bastantes excepciones más, por supuesto, pero en un pueblo modesto cómo el nuestro eran casi inexistentes. Solo la viuda de Feron, uno de los ganaderos que nos acompañaron, exclamo, no falta de sollozos, que su marido ahora viviría una vida más plena cuando se reencarnase por la gracia de Elinile, diosa del cambio (o como también era conocida, diosa de la creación y la destrucción)... aunque pareció un poco menos reconfortada cuando Santiago le respondió que estaba convencido de ello, que seguro que estaría con una buena familia, que se ganaría la vida honradamente... y que encontraría otra esposa que le quisiera hasta el fin de sus dias.

Y tras las obligatorias muestras de afecto sociales que marca una comunidad civilizada en ciertas circunstancias... llegó el turno de que los vivos se llevaran su recompensa. La honestidad de los recolectores había permitido reunir un botín de catorce arma, aunque la deshonestidad daba otras cifras. Cuando el mago vació sus alforjas, catorce fueron las armas que salieron de ellas, no eran exactamente las catorce que habían entrado... aunque es de agradecer que el arcano no nos hubiera tomado totalmente por paletos.

-Bien, este es nuestro botín – Lumen volvió a hablar con su presunto protagonismo habitual- vuelvo a daros las gracias a todos por haber aceptado esta empresa y haber ayudado así a un miembro de vuestra comunidad. Supongo que ha llegado el momento que esperabais... para no crear disputas a la hora de la repartición...

-Exacto -interrumpí- para no crear disputas a la hora de la repartición deberíamos usar el único método que un grupo de individuos contratados en una posada aceptaría.