jueves, 8 de diciembre de 2011

Yo lo hubiera arreglado con un d20

Tres dados rebotaron en el suelo un par de veces antes de detenerse.

-Tres dados de seis caras, el juego es adivinar el número que sumarán sin pasarse, es decir, cada uno elegirá un número entre el tres y el dieciocho. -el sonido apagado de los dados al caer sobre la tierra se volvió a escuchar cuando separé los dedos de mi mano- Como veis no están trucados, cuando todo el mundo haya elegido un arma por orden de acierto volverá a tocarle al que más se acercase al número que saldrá en los dados, y la rueda volverá a empezar... ¿Alguna pregunta?

-Entonces... -Santiago no parecía demasiado confortado por lo que acababa de oír- si yo digo quince y sale un catorce...

-Serías el último en elegir, no obstante, si hubieras dicho catorce serías el primero en elegir, y como quedamos ocho y son doce armas a repartir, te tocaría elegir arma por segunda vez.

-Joder Santiago, deberías bajar más al pueblo, ¡Esto es a lo que jugamos cuando decidimos comprar un barril de hidromiel al tabernero y nos peleamos para ver quien empieza a servirse primero!

-¿Y de verdad no hay un método aparentemente menos aleatorio para determinar quien se lleva lamejor parte del botín? -sentía que, por alguna razón desconocida, Lumen no estaba suficientemente contento con mi planteamiento... ni con mi honestidad. La clave estaba en ese “aparentemente”.

-¡Por supuesto! Pero si mal no recuerdo, usted mismo dijo que no podíamos medir la actuación de cada uno por que eso sería decir que los que habían muerto, se lo merecían por incompetentes.

El lanzahechizos me volvió a mirar con esos ojos que me volvían loco y le respondí con una avergonzada sonrisa.

-Bien, y ahora si no hay ninguna pregunta más, por favor, id diciendo vuestros números, que recordad que son del tres al dieciocho... y no repitáis ninguno.

-Cuatro

-Catorce

-Diez

-Dieciocho

-Seis

-Ocho

-Diez

-Dieciséis -dije.

Los dados rebotaron una vez más contra la superficie del suelo, esta vez, más personas estaban pendientes del esperado resultado. Y tras los pocos tumbos empezaron a detenerse, dos de los dados ya marcaban un cinco.

-¡Ajá! -el último dado no se había terminado de detener y el dedo acusador del arcano ya me estaba apuntando- ¡Lo sabía! ¡Sucio embustero!

Todos apartaron la vista de los dados por un momento y se quedaron mirando la escena, incluso otros habitantes del pueblo que deambulaban por la zona se pararon al oír los gritos. Volvimos a mirar los dados, Lumen era el que más sorprendido estaba.

-Ca... ¿Catorce? -tartamudeó Santiago- ¡Catorce! Al final ha salido catorce

A diferencia de lo que acusaba el mago, yo no sería el primero en elegir... por si se lo está preguntando, solo por el ridículo que protagonizó, valió la pena. Bueno, por el ridiculo y por la mueca que puso al darse cuenta de que él, que había elegido dieciocho, era el penúltimo en la elección.

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