Fue un mal trago comunicar a las viudas de los compañeros caídos su nueva disponibilidad. Es curioso como solemos olvidar la mortalidad de aquellos que nos rodean hasta que ocurre, y tras la noticia parezcamos sorprendidos, “¿En serio?” “¿Es eso posible?”... supongo que es parte del comportamiento de las criaturas inteligentes, al fin y al cabo, si no actuásemos así evolucionaríamos muy poco: “Investigaría como se comportan estos elementos alquímicos cuando se mezclan bajo una temperatura determinada... mas como me voy a morir, mejor bajo a la taberna a emborracharme hasta que las tripas me salgan por la boca”.
Solo los seguidores de Qó, el dios de la guerra, eran felices cuando algún familiar moría en combate... hay bastantes excepciones más, por supuesto, pero en un pueblo modesto cómo el nuestro eran casi inexistentes. Solo la viuda de Feron, uno de los ganaderos que nos acompañaron, exclamo, no falta de sollozos, que su marido ahora viviría una vida más plena cuando se reencarnase por la gracia de Elinile, diosa del cambio (o como también era conocida, diosa de la creación y la destrucción)... aunque pareció un poco menos reconfortada cuando Santiago le respondió que estaba convencido de ello, que seguro que estaría con una buena familia, que se ganaría la vida honradamente... y que encontraría otra esposa que le quisiera hasta el fin de sus dias.
Y tras las obligatorias muestras de afecto sociales que marca una comunidad civilizada en ciertas circunstancias... llegó el turno de que los vivos se llevaran su recompensa. La honestidad de los recolectores había permitido reunir un botín de catorce arma, aunque la deshonestidad daba otras cifras. Cuando el mago vació sus alforjas, catorce fueron las armas que salieron de ellas, no eran exactamente las catorce que habían entrado... aunque es de agradecer que el arcano no nos hubiera tomado totalmente por paletos.
-Bien, este es nuestro botín – Lumen volvió a hablar con su presunto protagonismo habitual- vuelvo a daros las gracias a todos por haber aceptado esta empresa y haber ayudado así a un miembro de vuestra comunidad. Supongo que ha llegado el momento que esperabais... para no crear disputas a la hora de la repartición...
-Exacto -interrumpí- para no crear disputas a la hora de la repartición deberíamos usar el único método que un grupo de individuos contratados en una posada aceptaría.
DIOS DIOS dios dios, que me todo sera, serán solo 13 armas o acabaran siendo menos de 9 por el contrario se podrían repartir las 5 espadas que han recogido. Que misterios insondables guardaran las alforjas de Lumen.
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