lunes, 12 de diciembre de 2011

Presentaciones

Tras el reparto, caminé por las oscuras calles de Nâshvil, la luz del sol se dejaba ver por última vez y daba paso a las lamparas, las antorchas o los ataques furtivos. Mis pasos me llevaron ante “La jarra quebrada” una apartada taberna donde uno podía beber una copa sin la presión de demasiados ojos. Me senté apartado de la barra, no era gastador asiduo del local, pero si tenía un sitio preferido. Al ver el final de mi cuarta jarra, se hcía preciso considerar que ya iba siendo suficientemente tarde y que la velada debía ser bien invertida, me levanté, pagué las jarras que había sobre la mesa y me fui.




Alfred estaba en la cocina, comiendo el canto duro de un pan mojado en vino del que se usaba para cocinar. Sí, usted no lo haría, pero Alfred estaba... conforme con la vida que llevaba, de lo único que tenía queja era de que le llamaran Alfred, no era su verdadero nombre, pero su señor le replicaba que ese era nombre de criado de confianza... excéntricos, pensaba el ayudante de cámara, pero aceptaba las condiciones, al fin y al cabo vivía en una buena casa... aunque no fuera suya.

-Toc~ toc~ toc~ -llamó la puerta con voz de persona robusta, de esas que pondrías en un umbral para persuadir a posibles ladrones o usuarios de calzado inadecuado... ¿Era la primera vez que llamaban? Alfred se preguntaba si no habría estado distraído en sus propios pensamientos, no esperaba recibir nuevas obligaciones siendo ya tan tarde.

Al salir al recibidor, los guardias que había contratado su señor lo miraron fugazmente. Custodiaban la puerta del salón, la única a parte de la pequeña puerta para el servicio que daba a la cocina, pero que estaba disimulada de la vista de los invitados por una frondosa planta. Al comprobar que permanecían pendientes de lo que ocurría, Alfred se sintió más reconfortado para abrir la puerta.

Un hombre de cabello oscuro, ojos claros y alegre sonrisa le recibió ante el umbral, el criado dio un rápido vistazo a la figura en busca de armas. Aunque la capa en el hombro le obstaculizaba su fugaz investigación, pareció contento con el resultado.

-Buenas noches -saludé- puedes decirle a tu señor que ha llegado Jester para aportar datos de la expedición de mañana.

-Mi... mi señor Böbraen no desea ser molestado esta noche.

-Una decisión del todo comprensible, yo tampoco deseo que nos interrumpan en mitad de la charla -y alargué la mano con mi sombrero de ala para que lo guardase al entrar a la casa

La mirada, la clave es aguantar la mirada.

2 comentarios:

  1. Definitivamente el puto amo, es el puto amo.

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  2. Jejeje, me alegro que te haya gustado... ya tenía pensado esto de hace tiempo, espero que los fragmentos siguientes se escriban igual de bien.

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