jueves, 17 de noviembre de 2011

De magdalenas y pasteles

Tras los educados saludos y otras conductas sociales típicas, la refriega parecía que se desarrollaba de una forma un poco más ordenada. Los primeros instantes habían sido algo caóticos, pero los sorprendidos, para sorpresa de todos, se habían convertido en los sorprendedores y estaban rebatiendo de una manera sorprendente los argumentos que les lanzaban los ya no tan emboscadores bandidos.

Ballesta en mano, lance un par de virotes, tratando de no desvelar demasiado mi escondite. Los primeros en caer fueron los que habían pretendido envolvernos por la retaguardia, y que tras chamuscarles sus planes, prosiguieron el combate a pie, muy a su pesar. Había un guerrero, que no conocía del pueblo, que fue especialmente diestro con la maza y el escudo, prácticamente el combate en la retaguardia lo había ganado él... tubo suerte de que yo estuviera ahí para impedir que le mataran de una flecha en la espalda.

Por otra parte, la vanguardia era algo más nivelada, Santiago se desenvolvía bien con el arco que acababa de adquirir... no obstante, los enemigos del que nos iba a pagar poseían más destreza y no dejaban de hostigar desde los arboles. El herido del principio... el rápido que tenía la flecha clavada en el muslo, estaba en medio de la lluvia de flechas, oculto tras un gran roca y pidiendo ayuda. Un joven rubio, el hijo de uno de uno de los carniceros del pueblo, salió corriendo de su escondite para intentar socorrerle, pero su cuello se topó con el afilado metal de una flecha, y ante tal situación, solo hay un resultado posible. En fin, luego la gente dice que no hay buenas personas en el mundo... lo que ocurre es que las buenas personas no llegan a la edad adulta.

La batalla se desarrolló sin ningún altercado más destacable. Pese a la efectividad de la táctica que usé para acabar con los enemigos que teníamos a la espalda, decidí no volver a emplear las bolas incendiarias, en parte para no rodearnos de un fuego que nos podía superar... como ya he dicho era verano, y el bosque estaba especialmente seco... en parte por que con un poco de suerte seríamos menos a demandar el botín.

Y tras apagar el pequeño incendio, empezó lo que ocurre cuando un grupo de desconocidos se tiene que repartir un pastel, que por muy grande que sea, siempre te encuentras con demasiados repartidores.

3 comentarios:

  1. pero no llegan a viejas.... ay que me meo, que bueno!!

    PD: Esto me recuerda a otra partida de D&D!!!!!! no me des hype xD

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  2. El saqueo la parte mas importante despues de una buena escaramuza, es imprescindible hacer bien las reparticiones.

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