Râhin le dio su espada al sirviente y esté la colocó en el pequeño armero que el hijo del comerciante tenía en su excesivamente decorada habitación.
Había sido un día duro, el viaje, la reunión con los bandidos ¿Qué es lo que había estado hablando su padre con aquel ladronzuelo prepotente? Y después, Râhin se llevó la mano al cuello al recordar eso, creía que iba a morir... de verdad lo creía, pero parecían más interesados en matar a su padre y salir corriendo ¡Suerte que su padre era un hombre precavido y llevaba su camisote de mallas debajo de la ropa!
-Señor -interrumpió el sirviente- … para desvestirle...
-Oh, sí por supuesto -bajó el brazo, seguía sujetándose el cuello.
Caro que él también llevaba el suyo, pero... creía que iba a morir ¿Por qué su padre no había querido llevar a más hombres para que protegieran el campamento? ¿Y los disfraces? No era la primera vez que recorrían el “Camino del hombre cojo” y nunca... bueno, debía dejar de criticar a su padre, al fin y al cabo estaba al borde de la muerte y no le parecía el momento más adecuado para...
-Mi señor, ya está listo – dijo el sirviente- mandaré a quemar sus ropas, éste barro no creo que se pueda limpiar y los rotos... ah, y se le ha caído un papiro de entre las ropas, se lo he dejado en el escritorio.
-Puede retirarse – sentenció toscamente
¿Un papiro? Cuando el sirviente se hubo ido alargó la manó, lo cogió y lo desdobló ¿Eso era su letra? Empezó a leerlo.
Yo, Râhin, hijo de Böbraen que a su vez fue hijo de Menron. Me comprometo por la presente a pagar la deuda contraída el sexagésimo cuarto día de verano en “El Poni remendado”, cuyos artículos consumidos expongo a continuación.
-Doce barriles de cerveza
Que serán pagados en un plazo de cuatro días empezando por el día de hoy y cuyo precio asciende a no más de 50 monedas de oro, precio acordado por Grönan al tener la amabilidad de prestarme en su taberna. Si dicho pago no es realizado en el temporalidad concretada o no se abona el dinero convenido, dejo a disposición del sabio dueño de la taberna la tarea de usar los métodos que él crea oportunos para satisfacer sus deseos.
Firma el pagaré:
Râhin cerró la boca, despacio. Volvió a mirar su firma.
- ¿¡Pero qué mierda...!?
Enviuda viudas xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD
ResponderEliminarYo quiero un envida vidas. Como me parto con tu relato macho.
ResponderEliminarMmhhh, creo que quitaré la cursiva... no se si se lee bien.
ResponderEliminarA mi me hizo más gracia el chupito de matarratas, que no va entre comillas xD
Me alegro que os guste chicos.