jueves, 22 de septiembre de 2011

Esto si es un juego

– Por favor, insisto, dado que tú has propuesto el juego, creo que es adecuado que empieces tú. Así tendré un ejemplo para guiarme... no quisiera defraudarte – dijo la mujer, con la sonrisa típica de quien suelta un comentario con una segunda intención, que no te va a decir, por que ya la conoces.

En la otra punta de la mesa, unos labios se posaron sobre una copa, no por que tuvieran sed, si no por que su propietario tenía que calcular cual sería su próximo movimiento.

La mesa donde estaban sentados era una mesa larga, de esas que solo sirven para colocar una silla en cada punta. Tanto unas como las otras eran de piedra gris tallada, con escenas de niños jugando a la pelota, familias cultivando trigo, hombres emborrachándose, reuniones familiares de festividades diversas... pero aunque las imágenes eran alegres, al igual que una niña pequeña sonriente con vestido, con la iluminación adecuada, la visión era aterradora.

El invitado dejó la copa, entrecruzó las manos delante de su cara y sonrió. Contradecir a la anfitriona sería admitir que estaba en un problema y eso era algo que no se podía permitir.


– Como desee, mi señora. – dijo con resentimiento – La historia que voy a contar, empieza como lo hacen todos los grandes relatos, y al contrario de lo que la gente cree, no es con un asesinato, si no con un robo. Y es que, en un principio, no hay nada valioso que obtener de un asesinato... a no ser que tú seas el asesino y te hayan pagado por ello.

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